La otredad y la maduración.

Casey Harlow

Cuando estaba en Guatemala durante mi “febmester”, me enfrenté con la otredad como una turista y una trabajadora en un orfanato. Estaba en un país extraño y me sentía como una extranjera perdida. En el orfanato que se llamaba Casa Aleluya, no consideraba que fuera la única “otra” porque había otros voluntarios y la otredad estaba asociada con los huérfanos. Yo trabajaba con el grupo más joven que todavía no sabía su posición como el “otro” en la sociedad, pero miré el desarrollo de esta otredad a través de la maduración y el envejecimiento. En este trabajo, usaré mi experiencia como una extranjera en Guatemala para revelar mis descubrimientos de la otredad. En el orfanato, la oposición binaria de Stuart Hall y la heteronomía de Levinas creadas por los misioneros y los voluntarios forman la otredad tan pronto como los niños podían percibirlas. Además y en relación a la importancia de la edad, analizaré la otredad de los turistas. Explicaré que mis sentimientos como turista fueron influenciados por la heterotopía producida por mi edad.

Aunque estaba en otro país, no me sentía como la otra cuando estaba entre los muros de concreto en Casa Aleluya. La mayoría de los trabajadores permanentes eran de Guatemala, pero había una población de voluntarios y misioneros durante todo el año. Además, yo ayudaba con los niños que solo tenían tres años y todavía estaban aprendiendo a hablar y a interactuar con otras personas. Los niños me trataban como a todos los voluntarios, como a amigos, y a los trabajadores permanentes como a sus padres. No entendían sus posiciones como huérfanos en la sociedad, como los “otros”. Sin embargo, vi que los niños mayores estaban reconociendo esta triste realidad. Empezaron a aprender eso cuando fueron a la escuela y reconocieron la razón por la qu los misioneros y los voluntarios estaban allí. Los niños mayores no me trataban como a una amiga, pero tampoco me miraban como una crítica de sus situaciones. Para ellos, yo era sólo otra ayudante. Por consiguiente, me di cuenta de que la otredad es una creación de la edad y de la madurez.

El orfanato es una heterotopía porque es un espacio que rompe la estructura familiar y está llena de niños aislados por la sociedad (Foucault). Sin embargo, los niños sólo se convierten en los “otros” cuando pueden comunicarse con los misioneros y los voluntarios; la conversación entre los grupos crea una oposición binaria. En Casa Aleluya siempre hay una afluencia continua de personas que quieren ayudar. Si tomamos una perspectiva pesimista, este deseo de cuidar tiene que ver con la heteronomía de Levinas. Él usa cuatro figuras bíblicas, el pobre, la viuda, el huérfano y el extranjero, para demostrar “una subjetividad responsable por el otro desde tiempos inmemoriales” (Szurmuk, Irwin y Rabinovich 44). A través de la religión y la educación, las personas con poder piensan que tienen una responsabilidad de proteger a los débiles, en este caso los huérfanos. Es triste que la ayuda de los misioneros contribuya a la otredad. Los huérfanos vienen al orfanato porque son productos de la violencia, la pobreza y el alcoholismo en la sociedad. Por lo tanto, los misioneros piensan que necesitan salvarlos; ellos son los buenos que están salvando a los malos. De este modo, crean una oposición binaria (Hall 441). Con el envejecimiento, los niños pueden entender sus posiciones como los “otros” porque perciben que los ayudantes están allí para que ellos traten de arreglar sus situaciones. Ellos son víctimas de la heterotopía creada por los ayudantes a través de la oposición binaria y la heteronomía.

Otro ejemplo de la oposición binaria creada por la heteronomía ocurre con los voluntarios que muchas veces toman la responsabilidad de educar a los huérfanos. Yo era como el profesor, Gustavo Deza, en el cuento “Azurduy” de Edmundo Paz Soldán, quien intenta educar a los niños de los mineros indios. En los orfanatos, nosotros teníamos más éxito con la educación porque los niños viven en la escuela y no pueden salir mientras los niños en “Azurduy” necesitan caminar a la escuela cada día (Paz Soldán 142). No obstante, la obsesión por educar a los huérfanos lo más rápido posible indica que ellos requerían la educación más que otros jóvenes; es la sabiduría contra la ignorancia. Nuestras ideas preconcebidas sobre la educación correcta tratan de eliminar la trampa de pobreza que produce a los huérfanos. Por lo tanto, en esta situación la educación es un producto de la heterotopía. Según Mariátegui, la educación solo añade a esta otredad perpetua de los indios; todavía creemos en ello (Mariátegui 4-5). “Vulnerabilidad social y orfandad: trayectoria vital de una adolescente” analiza la situación de un huérfano en Latinoamérica que no va a un orfanato y no recibe la misma educación de los huérfanos que en Casa Aleluya. El embarazo de la adolescente en el artículo tiene que ver con la falta de educación (Moratilla-Olivera y Taracena-Ruiz). Por eso, la educación proporcionada por el orfanato evita este tipo de problemas. No obstante, eventualmente si los huérfanos son adoptados o tienen demasiados años, entrarán en “la realidad”. A través de la educación, los niños entran al mundo con el conocimiento de que son los marginalizados.

Cuando salía del orfanato, me sentía como la “otra”. Casa Aleluya estaba entre La Antigua y Ciudad de Guatemala, a lo largo de la carretera. Cada día, para bajar del autobús, necesitaba levantarme y empujar a la multitud, gritando con mi acento americano para que el conductor parara. No tenía mucha confianza en mi español y esto limitó mi capacidad para hablar. El conductor siempre paraba pero me sentía nerviosa porque no era una parada normal y él no tenía ninguna obligación de parar. Además, no podía evitar las miradas de las personas: me sonrojaba y sudaba. Solo me sonrojo cuando me siento incómoda. Nunca me gusta ser el centro de atención, pero en las camionetas me sentía como la “otra”. Las mujeres siempre trataban de evitar el asiento vacío junto a mi lado. En cambio, los varones estaban ansiosos por sentarse conmigo. Algunas veces, ellos susurraban que les gustaban mis ojos azules y mi piel pálida. Sin embargo, la mayoría de los chicos se sentaban conmigo para entretener a sus amigos. Probablemente, siempre exageré la realidad de la situación porque era una adolescente. Mi español era bastante bueno. Es probable que a la gente no le importara que fuera una turista; ellos tenían sus propias vidas ocupadas. En esos momentos negaba la realidad y adopté la otredad.

Me sentía como la “otra” porque tenía ideas preconcebidas de lo que es seguro y normal, así que las camionetas eran heterotopías. En inglés, nos referimos a estos autobuses pintados de colores brillantes como “chicken buses” porque representan el caos, están completamente repletos de gente y algunas veces hay ganado en el espacio también. Esto no existe en los Estados Unidos; entonces lo asociamos con la otredad. Yo me sentía como la “otra” cuando viajaba en la camioneta porque muchas veces era la única americana, sin mencionar que era una joven y una mujer. Si quería comunicarme con alguien, necesitaba usar el español: el idioma representa una barrera a la comunicación. Me sentía como la mujer en “Ciudad de los hombres” escrito por Cristina Rivera Garza. Ella está en la ciudad de los hombres y no puede contactarse con su mundo mientras no sabe cómo comunicarse con las mujeres en las anti-ciudades. “Las ex periodistas no entendían ya mis preguntas y yo estaba incapacitada todavía para entender sus respuestas” (Rivera Garza 76). Aquí, la periodista se siente perdida a través de la división lingüística. Aún cuando yo quise preguntar algo, algunas veces no podía formar las palabras; me sentía frustrada y perdida también. No estaba en una ciudad llena de hombres, pero nunca me sentí más como una mujer que cuando estaba en Guatemala, especialmente en las camionetas. Siempre creí que todo el mundo me estaba mirando porque era “otra”. Yo era un objeto de la escopofilia (Hall 438). No obstante, aunque los turistas siempre representen la otredad, pienso que este sentimiento de la otredad se reduce con el envejecimiento. Cuando mis padres viajan, ellos no sienten la misma vergüenza que yo. El artículo, “Gap Year Volunteer Tourism: Myths of Global Citizenship” descarta la percepción de que el turismo voluntario de los jóvenes contribuye al entendimiento intercultural. El artículo discute que la riqueza y el poder de los voluntarios occidentales quizás perpetúen el problema de la marginalización (Lyons, Hanley, Wearing y Neil). Las edades de los turistas son muy importantes porque la adolescencia es un tiempo dominado por los estereotipos y la otredad. Estoy segura de que en mi próximo viaje a un país diferente, me sentiré más cómoda.

La otredad es una creación de la edad porque cuando maduramos y envejecemos aprendemos sobre lo que es aceptable en la sociedad. Formamos nuestras ideas preconcebidas y decidimos lo que es normal o extraño a través de las interacciones con otras personas. Durante la niñez, todavía no hemos creado las heterotopías que podemos ver en los niños del orfanato. Ellos pueden ver las diferencias físicas de los voluntarios temporales, pero esta diferencia no significa nada. Sin embargo, en la adolescencia, las heterotopías son muy evidentes porque todavía no entendemos el mundo, somos más o menos ignorantes y sentimos más la otredad en este tiempo. Fui a Guatemala en mi adolescencia y mi incomodad durante el viaje demuestra esta heterotopía. Los espacios en Guatemala como el orfanato y la camioneta son heterotopías porque creamos las imágenes que están basados en nuestras interpretaciones del mundo. Quizás con tiempo y la acumulación de conocimiento, las heterotopías desaparezcan.

 

Obras Citadas:

1. Foucault, Michel. “De los espacios otros”, Conferencia dicada en el Cercle des études architecturals, 14 de marzo de 1967, publicada en Architecture, Mouvement, Continuité, n 5, octubre de 1984. Traducida por Pablo Blitstein y Tadeo Lima. Impreso.

2. Garza, Cristina Rivera. “La cuidad de los hombres”. La frontera más distante. México: Tusquets Editores, 2008. 57-84. Impreso.

3. Hall, Stuart. “El espectáculo del otro”. Stuart Hall sin garantías: trayectorias y problemáticas en estudios culturales. Popayán: Inst. Pensar; Inst. Estudios Peruanos; Universidad Andian Simón Bolívar; y Envión editores, 2010. Impreso.

4. Kevin Lyons, Joanne Hanley, Stephen Wearing, John Neil, “Gap Year Volunteer Tourism: Myths of Global Citizenship”. Annals of Tourism Research 39.1, (2012): 361-378. http://dx.doi.org/10.1016/j.annals.2011.04.016.

5. Mariátegui, J C. “El problema del indio”. 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Biblioteca Amauta, 1928. Impreso.

6. Moratilla-Olvera, M.I. y Taracena-Ruiz, B.E. “Vulnerabilidad social y orfandad: trayectoria vital de una adolescente. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud 10.2, (2012): 841-854. Impreso.

7. Soldán, Edmundo Paz. “Azurduy”. Billie Ruth. Madrid: Páginas de Espuma, 2012. 135-150. Impreso.

8. Szurmuk, Mónica, Robert McKee Irwin, and Silvana Rabinovich. “Alteridad.”Diccionario De Estudios Culturales Latinoamericanos. México, D.F.: Instituto Mora, 2009. 43-46. Impreso.

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